martes, 13 de marzo de 2012

EL FRANQUISMO SIGUE VIVO


A mucha gente le puede parecer un tema menor la consulta popular que se ha celebrado en un pueblo extremeño llamado Guadiana, al que yo le pondría el apellido “del dictador”, que sería más apropiado que el decidido por una parte de sus vecinos. En mi opinión el asunto no es menor pues demuestra que, tras más de treinta años, el franquismo sigue vivo, con muchos partidarios en casi todos los ámbitos del poder, político e institucional, por más que todos ellos quieran hacernos creer que son demócratas “de toda la vida”. En cualquier país serio, y democrático, a ningún político se le hubiera ocurrido preguntar a los habitantes de su pueblo o ciudad si quieren mantener el apellido de un dictador añadido a su nombre, como es el caso.  En Alemania, por ejemplo, sería impensable que un alcalde consultara con sus convecinos la posibilidad de añadirle el apellido Hitler al nombre de su pueblo. Entre otras cosas, porque sería ilegal, cosa que aquí no sucede. Aunque debería.

La verdad es que tampoco me debería extrañar la convocatoria de tan vergonzosa consulta, teniendo en cuenta que muchos pueblos y ciudades españoles siguen dedicando sus calles al dictador y sus cómplices, sin consultar a los vecinos su opinión al respecto. Ambas cosas me parecen una burla. Especialmente cruel para los familiares de las víctimas de la dictadura, a los que ni siquiera se les permite enterrar “como dios manda” a sus muertos. Lo más curioso es que a los mismos responsables políticos que defienden la permanencia de símbolos y nombres franquistas en pueblos y calles se les llena la boca hablando de democracia. Y traten de dar lecciones a quienes no piensan como ellos.

Tenemos democracia porque nos dejan votar cada cuatro años, pero cada vez tengo más dudas sobre su calidad. De todos modos, y volviendo a la consulta popular de Guadiana, creo modestamente que la pertenencia del alcalde al PP lo explica todo. Y no lo digo solo por lo que algunos hayan podido pensar, que también, sino por la deriva populista del partido que ahora nos gobierna, capaz de convocar un referéndum para decidir si los ángeles son machos o hembras si conviene a sus intereses o, como suelen justificar algunas decisiones, “si es un clamor popular”. Del partido Popular se entiende, o de sus votantes y simpatizantes. De hecho, cuando estaban en la oposición y una ley del anterior gobierno no les gustaba, en lugar de decir eso apelaban a la falta de ese clamor popular para negar la necesidad de esa ley. Curiosamente, de todas aquellas que ampliaban las libertades civiles.

Me gustaría creer al alcalde de Guadiana cuando justifica la consulta a sus convecinos en el compromiso adquirido con ellos durante la campaña electoral. Si no puedo hacerlo es porque sus “hermanos mayores” nos prometieron, machaconamente, que no iban a subir los impuestos ni abaratar el despido y, nada más llegar al gobierno, hicieron todo lo contrario.  Por eso no me fío de las palabras del alcalde, al que no conozco de nada, sin descartar que pueda ser un hombre recto que cumple su palabra. Algo que le deberíamos exigir a su jefe en temas como la subida de impuestos y la dura reforma laboral que nos ha impuesto; sin consultarnos. Y, ya puestos, también deberíamos exigir al PP, y al PSOE, que nos preguntaran si queremos seguir teniendo Monarquía; o si los gobiernos de turno deben legislar para los españoles o para “los mercados”. Pero esa es otra cuestión, no menor; como la otra.

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