EL ANTIFAZ
DE LOS PARTIDOS
Me
encantaría conocer cuál es el resorte que se activa en las mentes de esas
personas que envían mensajes a los programas de televisión. Los mal pensados
podrían decir que las llamadas a la participación de los espectadores contienen
algún tipo de mensaje subliminar que impulsa al tele espectador a participar en
el juego. Personalmente creo que todo es más sencillo y que, simplemente, la
gente se aburre y teclear en el móvil les libra del tedio o, al menos, lo
mitiga. Lo digo porque si leemos con atención esos mensajes, en la mayoría de
los casos nada tienen que ver con el tema propuesto. Aparte, claro, de que hay
que estar muy aburrido para chuparse algunos programas.
Mucho más
sencillo es explicar las razones que llevan a algunos a comentar las noticias y
opiniones publicadas en los Medios de Comunicación serios porque, en este caso,
el azar no tiene ningún protagonismo. Por mi experiencia me consta que los
grandes partidos políticos, sobre todo si están en el poder, movilizan a los
segundos escalones de dirección para que defiendan sus políticas o, en el caso
de entrevistas radiofónicas a los líderes, instan a lo que podríamos definir
como “clase de tropa” a ocupar los teléfonos reservados a la audiencia para
evitar que personas ajenas a ellos hagan preguntas molestas. Se trata, en definitiva, de cerrar filas y de
librar al líder del contacto con el ciudadano, lo que provoca su aislamiento.
Supongo que
ambas prácticas siguen existiendo, aunque el PP ha perfeccionado la técnica de
defensa cerrada de sus líderes y políticas; cuando estaban en la oposición y
ahora en el poder. Si prestamos atención, nos daremos cuenta de que todos sus
líderes dicen lo mismo, con independencia del puesto que ocupen o el lugar en
el que ejerzan. Y nos casual porque, como ha reconocido alguno de ellos, cada
día les mandan un “argumentario” en el que se les indica qué deben decir. Nadie
se sale del guión, excepto que este aconseje discrepar entre ellos, como ha
sucedido con la reforma laboral, pero solo para lanzar cortinas de humo.
El papel
menos lucido lo interpreta la “clase de tropa”, que seguramente recibe la orden
de contestar a cuanto se escriba sobre ellos, pero sin darles argumentos con
los que rebatir las opiniones no amigas. No conozco la forma de trabajar de
estos aprendices de censores, o si cada uno tiene asignada la lectura de un
Medio concreto, pero me los imagino sentados en un cuarto tenebroso leyendo los
periódicos de madrugada y garabateando en la penumbra las respuestas. Un duro trabajo
por el que, en la mayoría de los casos, no van a ser recompensados con una
canonjía en forma de acta de concejal, diputado o subdelegado del gobierno.
Y no me
extraña pues, al leer sus comentarios, dan la impresión de no ser muy listos. O
que cada uno está encargado de leer varios periódicos a la vez, por lo que no
se enteran. Puede, también, que para no hacer trabajar la meninge, en lugar de
argumentar se limitan a acusar de socialista a quien no dice lo que a ellos les
interesa. Como si ser socialista fuera un insulto o nadie pueda no serlo y no
estar de acuerdo con las decisiones que están tomando. Por si faltaba algo,
añaden que la culpa de esas decisiones la tienen los gobiernos anteriores y ya
han cerrado el círculo. En todos los casos, bajo el pasamontañas de un
pseudónimo. Es decir, que además de torpes son cobardes.
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