jueves, 19 de enero de 2012

PSOE, ¿CAMBIO DE CARAS O CAMBIO DE VERDAD?

Si estuviera afiliado al PSOE, a día de hoy no sabría a cuál de los dos candidatos a la secretaría general votar e, incluso, si votaría. Con ello no quiero restarles méritos a los contendientes, que deben tenerlos, pero me parece que ninguno de los dos son los adecuados para sacar a su partido de la situación en la que se encuentra. Una situación a la que ambos han contribuido, al haber formado parte de su dirección y del gobierno. Parece, por tanto, que sus promesas de ahora no deben resultar creíbles para sus compañeros de partido y, lo que me parece más importante, a los ciudadanos españoles en general. A no ser, claro, que el único objetivo de Rubalcaba y Chacón sea administrar el chiringuito. Soy consciente de que la campaña de los dos aspirantes está dirigida al consumo interno, pero me parece un error que no la aprovechen para lanzar mensajes a la sociedad pues, al fin y al cabo, el objetivo del PSOE debería ser ilusionar a los electores que le han dado la espalda. Hasta ahora, ni he visto esos mensajes ni tendría muy claro, en el caso de ser elector, a cuál de los dos dar mi apoyo, pues todavía no he escuchado qué tipo de partido quieren y cuáles son sus propuestas programáticas. Personalmente, que uno esté preparado y la otra sea joven no serviría para poder decidir el sentido de mi voto. Entre otras cosas, porque lo primero se les presupone a ambos, y lo segundo se cura con los años.Si en el último momento no surge un nuevo candidato, me temo que el PSOE va a seguir penando muchos años su situación actual. Rubalcaba es un perro viejo de la política que, hasta donde yo sé, nunca ha estado implicado en la dirección del partido, aunque siempre fue muy activo en las luchas internas del socialismo madrileño, alineado con los llamados “renovadores”; siempre “de los otros”.Chacón, por su parte, creo que lleva años en la dirección del PSC y algo debe saber de eso, pero su carrera fuera del ámbito catalán se ha cimentado con el apoyo de Zapatero y algunos Medios de Comunicación. Se puede decir, entonces, que Rubalcaba está más preparado para las intrigas palaciegas (del partido en este caso) que Chacón, a la que le debemos suponer esa cualidad.Mirado desde fuera, me parece que lo que se impone ahora no es discutir sobre cuál de los dos es más guapo o joven, sino qué quieren que sea su partido y cual su doctrina. Una vez definidas las políticas, quien resulte vencedor de la contienda interna debería abrir las puertas y las ventanas del partido (como dice Chacón), pero para acercarse a la sociedad. Salir a la calle en definitiva, aunque no me imagino a los dos candidatos haciéndolo, acostumbrados como están a pisar moqueta. Por tanto, me temo que el congreso del PSOE será una oportunidad perdida. Para el partido y para la parte de la sociedad que no comulga con las ruedas de molino del libre mercado sin regulación alguna. Si no fuera tan mayor, y descreído, me afiliaría para pelear por los cambios que, eso creo, necesita este partido. De todos modos, creo que sería inútil intentarlo.

lunes, 9 de enero de 2012

MARIANO "MANOSTIJERAS"

Carolina Coronado estuvo veinte años hablando con su marido muerto, al que llamaba “el Silencioso”. Es posible que, si viviera, la poeta extremeña aplicaría el mismo nombre a Mariano Rajoy, a pesar de que está vivo; o es un vivo, que parece más probable. Solo cabe esperar que el presidente del Gobierno no se tome tanto tiempo para explicarnos las decisiones que ha tomado. Incluso, que realmente siga vivo, circunstancia ésta que solo nos consta por la televisión, un electrodoméstico maligno nada fiable. Al señor Perry, marido de Carolina, se le podía perdonar su silencio, por estar muerto. A Rajoy no. Por su responsabilidad actual, y porque durante la campaña electoral convenció a muchos de que su sola presencia en la presidencia del Gobierno acabaría con todos los males de España, sin subirnos los impuestos ni recortar nuestros derechos. Tantas veces repitió ambas cosas que ahora debería explicarnos las razones que le han llevado a tomar decisiones contrarias a las prometidas con tanto énfasis. Para más inri, quienes hablan en su nombre nos dicen que han tomado tan duras medidas por nuestro bien, como si los españolitos fuéramos unos masoquistas pervertidos a los que nos gusta pagar más impuestos y tener menos derechos.Puede que sea eso, pero más parece que Rajoy se haya transmutado en Mariano“Manostijeras”: Para las clases medias y los trabajadores, porque los empresarios y la Iglesia Católica no van a sufrir el impacto de los afilados dedos del hasta ahora “Silencioso”.
Lo bueno, para él, es que sus palmeros se encargan cada día de justificar las medidas tomadas por la herencia recibida; o por presiones externas que no aclaran.Personalmente no estoy decepcionado, convencido como estaba de que este Gobierno nos obligaría a pagar las facturas de los años de la burbuja inmobiliaria y los excesos, con gobiernos del PP y del PSOE. Si me extraña, si todavía nos puede extrañar algo, la actitud de algunos líderes de partidos que están en la oposición. No puedo entender, por ejemplo, que Rubalcaba le eche en cara al PP que no aplique su programa, cuando durante la campaña lo criticó, con razón. Menos aún puedo entender que el coordinador de IU en Extremadura recomiende a sus compañeros de Andalucía que no tengan “ningún tipo de complejo de coincidir en algunas cosas con el PSOE o de poder coincidir con el PP”. Seguramente sea porque las neuronas que mi cerebro pudo rescatar hace algunos años se están haciendo viejas; o puede también que estemos viviendo en un mundo de locos en el que nadie es lo que dice ser. De otro modo, resultaría chocante que Rubalcaba, que es listo, no supiera que el programa del PP era el que está aplicando y no el que predicaban en las televisiones y los mítines. De igual modo, el señor Escobar, que también debe ser listo, tendría que saber que una coalición de izquierdas como IU no debería coincidir en nada con quienes aplican políticas ultra liberales, y sí en algunos aspectos con el PSOE. A lo peor, el loco soy yo, que no entiendo los silencios del presidente y me niego a aceptar que la política es cosa de otro mundo. Puede ser.