Un viejo
chiste español dice que el secretario de un ayuntamiento denunció ante el
alcalde que un vecino le había pegado. Para reforzar la gravedad de la agresión
el funcionario le dijo que, como él formaba parte del ayuntamiento, era como si
la bofetada se la hubieran dado al alcalde, a lo que este respondió: “ahí me
las den todas”. El chiste, malo desde luego, se me vino a la cabeza al ver la
imagen del presidente del “Eurogrupo” dándole un pescozón, o ahogadilla, al
ministro español de economía, Luis de Guindos.
Por supuesto, se trataba de una broma entre
colegas, como demostraron las risas y los abrazos posteriores. Una broma que,
personalmente, me parece la imagen más representativa de lo que nuestros socios
europeos nos están haciendo a los españoles; a los ciudadanos de a pie se entiende.
Por tanto, al ver cómo el eurócrata luxemburgués rodeaba el cuello del ministro
español con sus manos, me acordé del chiste aunque, en este caso, la ahogadilla
nos la estaba dando a nosotros con el cuello de Guindos como escenario. Y no
precisamente porque me sintiera representado por él.
Lo que no
tengo muy claro es que las risas posteriores al ficticio ahogamiento fueran la
consecuencia de que el ministro español le contara a su “amigote” comunitario
el viejo chiste español, inclinándome a pensar que era un aviso de lo que nos
espera. Y no al ministro precisamente. Es decir, que el ahogamiento al que nos
están sometiendo irá a más una vez pasen las elecciones de este domingo. Y
ellos, de Guindos, Jancker y la gente como ellos, viviendo tan ricamente.
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