sábado, 23 de abril de 2011

MARIANO, "EL SILENCIOSO"

En algún momento de estos últimos tiempos me he llegado a plantear si Mariano Rajoy es una persona de verdad o un holograma. Alguien me podrá decir que es real porque sale en la tele, lo que es tanto como no decir nada, debido a que la técnica le permite a ese electrodoméstico diabólico vendernos gato por liebre. En cualquier caso, si de verdad existe debe estar hecho de un material especial que, llegado el caso, le permitiría mantenerse seco en el caso de caer en cualquier océano; incluso en el punto más alejado de la tierra firme.


Dicen de él que es el líder del primer partido de la oposición, con casi todas las probabilidades de ser el próximo presidente del Gobierno, aunque puede que, como su existencia, sea una leyenda urbana, y me refiero a su liderazgo. A lo peor todo es más sencillo y realmente existe una persona llamada Mariano Rajoy, lo que me hace dudar de que sea el líder de su partido aunque, como digo, lo más probable es que llegue a ser el próximo presidente del Gobierno.


No se por qué, o puede que sí, al surgirme las dudas antes expuestas, me acordé de un poema de mi paisana Carolina Coronado titulado "el silencioso", como llamaba a su marido muerto, que conservó embalsamado en su palacio de Lisboa. La diferencia es que si el señor Perry (así se apellidaba el marido de Coronado) no hablaba porque estaba muerto, don Mariano no lo hace para no mojarse, o para que no sepamos lo que piensa sobre los problemas reales de este país, o no tener que rebatir lo que dicen sus acólitos o su "jefe". Puede, incluso, que esté de acuerdo con algunas barbaridades que "vomitan", tanto éstos como los muchos voceros oficiosos que se encargan de interpretar esos silencios clamorosos del mudo "líder".


La verdad es que MR sabe disimular muy bien, aunque tampoco me extrañaría que calle para recaudar los votos de los templados, mientras su "jefe" y subordinados pescan en el caladero radical, la extrema derecha para ser más claro. Mientras, el gobierno y el partido que lo sustenta se defienden. En casi todos los casos con más voluntad que acierto.