martes, 16 de junio de 2020


EL "QUE INVENTEN ELLOS" SIGUE VIGENTE


La crisis del Coid19 ha puesto de manifiesto que, 45 años después de morir Franco, en España sigue vigente la frase, y el concepto, "que inventen ellos", aplicada por gobiernos de sistinto signo, al menos en teoría . Me explico: 

Felipe González, que como "jarrón chino" se dedica a dar lecciones a los actuales gobernantes, aplicó una reconversión industrial muy dura, que sin duda era necesaria, pero que, en lugar de reconvertir la industria existente en otra nueva, se desmanteló de mala manera, por no hablar de sus reformas laborales y el inicio de las privatizaciones.

.Después de él vino el otro "jarrón", Aznar que, pese a seguir dando consejos sobre lo que se debe hacer, lo único que hizo él fué poner todos los huevos de la economía española en la cesta de la construcción; sin ningún control, además de privatizar lo poco rentable que le quedaba al Estado o, por ser más concreto, regalarle a sus amigos el control de los sectorese claves de la economía.

Una política económica que siguio Zapatero, dado que las grandes cifras macroeconómicas sonaban bien. Pero no solo eso, sino que le dió otra vuelta de tuerca a las relaciones laborales, congeló las pensiones y aprobó una reforma de la Constitución muy lesiva para la mayoría de la población. Bien es verdad que no lo tuvo fácil, con una oposición muy dura y una crisis económica galopante que, sin ser culpa suya, no supo detectar.

Ninguno de los tres puso en marcha una política industrial potente que no nos hiciera depender de quienes seguían inventando, centrándose, sobre todo estos dos últimos, en el ladrillo y los servicios.

El cuarto "jarrón", que si siquiera ejerce de tal por su indolencia, fué un poco más allá, al aprovechar la crisis económica creada por los adictos al beneficio fácil y rápido, para permitir a las empresas lo que eufemísitcamente se ha llamado "deslocalización" de  las empresas. Es decir, sacar fuera de España la producción para que algunos empresarios ganaran más dinero. Por supuesto, no quiero, ni puedo, olvidarme de los recortes en sanidad, educación y otros servicios esenciales que perpetró. La guinda de su gestión fue rescatar a los bancos, cuyas tropelías estamos pagando entre todos.

En cuanto al ejerciente, Pedro Sánchez, todavía no ha tenido tiempo de cometer ninguna tropelía semajante a las de sus antecesores, aunque no debe descartarse. Sin embargo, pese a sus vaivenes primeros, debemos reconocerle que, para salir de la crisis actual, ha tomado el camino contrario al transitado por sus antecesores, poniendo el foco de la salida de la crisis actual en los más desfavorecidos.

Pra terminar, voy a hacerlo como empecé. El "que inventen ellos" del franquismoha emergido con el covid19, que ha puesto de manifiesto la falta de una industria potente que nos ha dejado a los pies de los especuladores a la hora de comprar el material necesario para combatir la pandemia y, no menos importante, ha demostrado lo malo que es no apostar por la investigación.

Es mi opinión. Solo eso.

lunes, 8 de junio de 2020

EL ARTE DE NO EQUIVOCARSE NUNCA


A lo largo de estos últimos meses he oido a algunos criticar al Gobierno por no haber decretado antes el estado de alarma. Pocas semanas después, los mismos volvían a criticarlo por mantener ese estado de alarma que ahora calificaban, sin ningún rubor,de ataque a la libertad. La estrategia puede convencer a los incondicionales de quienes vienen repitiendo una cosa y su contraria, pero no me parece lo más conveniente para esa España que dicen amar tanto. A  no ser que solo amen a una España inconcreta, representada solo por la bandera, y odien a los españoles, cuya salud les importa menos que los beneficios empresariales. 

Estoy convencido de que el Gobierno habrá cometido errores, aunque no soy tan atrevido como para señalar alguno en concreto, pues soy un ignorante en virología y otras "gias" que tengan que ver, con la ciencia en general, y la medicina en particular. Tan ignorante como los políticos, periodistas y opinadores profesionales que no se han cansado de criticar cuanto se ha hecho para intentar erradicar el dichoso covid19. Por supuesto, los políticos pueden, y deben, controlar al Gobierno, como los periodistas criticarlo, faltaría más. 

Sin embargo, durante todo este tiempo he echado de menos que los políticos, sobre todo los que pueden llegar a gobernar este país, nos hubieran dicho qué habrían hecho ellos de haber estado en el lugar de Pedro Sánchez y su gobierno. Lejos de eso, se han ido dededicado a criticar, siempre a toro pasado, lo que hacían. Una actitud que yo definiría como el arte de no equivocarse nunca. Siempre, por cierto, con el apoyo incondicional de su ejército mediático. Muy numeroso por cierto.

En definitiva, creo que todos debemos abandonar el patriotismo de salón y centrarnos en sacar adelante a nuestro país.  Todos juntos preferiblemente y, si es posible, sin tirarnos las banderas a la cabeza, pues eso no conduce a nada bueno.

jueves, 28 de mayo de 2020


NO ÉRAMOS TAN FUERTES

La actual pandemia ha sacado a la superficie muchas de las debilidades del estado del bienestar español, pese a que responsables gubernamentales de todo signo nos lo habían vendido como muy robusto; y nosotros les compramos la quimera. Sobre todo quienes, por tener unos ingresos fijos, nos habíamos creído a salvo de cualquier contingencia, cerrando los ojos ante otras realidades circundantes, menos plácidas que las nuestras. Para descubrirlas hubiera bastado con leer los informes que, a menudo, publican las ONGs sobre la vida diaria de muchos españoles que, a veces con vergüenza,  se han visto obligados a pedir comida para sus familias; en muchos casos teniendo trabajo. Unas situaciones que el virus ha agravado.
 De haber prestado atención a las cifras, nos habríamos dado cuenta de que la sociedad en la que vivimos es profundamente desigual e injusta; muy injusta. Pero es que, además, la irrupción del Covid-19 ha puesto de manifiesto las graves carencias de ese estado de bienestar que, como hemos podido comprobar, se asentaba en bases poco sólidas. Por ejemplo, en pilares básicos como sanidad,  cuidado de los mayores o mundo laboral.
Hasta ahora, las autoridades nos habían dicho que España tenía un Sistema de Salud fuerte, pero el maldito virus ha sacado a la superficie todas sus debilidades. Es cierto que, con su esfuerzo de muchos años, los sanitarios han venido amortiguando los efectos provocados por los recortes, que algunos siguen negando, y las privatizaciones. Por esa razón, cuando la pandemia ha llevado al límite al sistema, los profesionales, otra vez ellos, se han visto obligados a trabajar, sin medios muchas veces, más allá de sus obligaciones. Y a convertirse en héroes; a su pesar.
Algo similar ha sucedido con el cuidado de los mayores, que están sufriendo un alto índice de mortalidad, sobre todo en las residencias que, en algunos territorios, se habían convertido en nichos de negocio. Sin ánimo de generalizar, se puede decir que muchos de esos centros se han convertido en focos de muerte por sus graves carencias, similares a las del sistema sanitario. Unas carencias que han salido a la superficie, no solo en las privadas o privatizadas, sino también en las de gestión pública.
 Para enlazar con el tercer ejemplo, es de justicia valorar el trabajo que vienen realizando las personas que cuidan a los ancianos en sus domicilios, muchas de ellas inmigrantes, sin papeles ni contratos de trabajo, que el virus ha dejado en el limbo, sin ningún ingreso. Una situación que está saturando los servicios sociales, los bancos de alimentos y las ONGs que ayudan a los más desfavorecidos. Todo ello, agravado por un sistema económico centrado casi en exclusiva en el sector servicios que, por su propia naturaleza, suele generar contratos de trabajo temporal. Una circunstancia que ha dejado en la calle, y sin ingresos, a muchas personas, con la inquietud añadida de no saber cuándo podremos llegar a la deseada normalidad.
Podría hablar de otras razones que nos han traído a la situación actual, pero me abstengo de hacerlo para no deprimirme; ni deprimirles a ustedes.

jueves, 21 de mayo de 2020


Después de mucho tiempo, he decidido retomar un antiguo blog abandonado hace mucho tiempo. 

MORIR SOLOS



Hace muchos años, Orson Welles escribió: “Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Únicamente a través del amor y la amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no estamos solos”. Debo reconocer que nunca antes me había parado a pensar en el significado profundo de esta frase tan contundente. Mucho menos en que sería aplicable al momento actual.

Que lo haya hecho ahora tiene que ver, seguramente, con la situación extraordinaria que estamos viviendo, aunque algunos no quieran verlo. También, y sobre todo, con las duras imágenes que hemos visto en Medios, que nos han puesto a todos ante el espejo de nuestras vidas; dependientes de otros en momentos tan importantes como el nacimiento o la muerte. Del primero no tenemos memoria, como no la tendremos del segundo o, al menos, no podremos compartirlo con nadie. Por tanto, en ambos casos estuvimos y estaremos solos, aún rodeados de gente que nos cuida y nos quiere.

Lo perverso de la situación actual es que muchas personas ni siquiera han podido crearse la “ilusión momentánea” de que no estaban solos en la última etapa de sus vidas que, irremediablemente, les ha llevado a la muerte. Porque en las horas previas al final, muchos de los fallecidos han estado solos, pese a la compañía de los sanitarios que los atendían. Me consta, por algún caso conocido, que incluso se han sentido abandonados por sus familiares, que no han podido despedirse de ellos.

Pienso en todas esas personas que no han podido sentir el calor de las manos de sus seres queridos antes de irse. También en el dolor de los familiares, que no sé si podrán superar el trauma de conocer el fallecimiento de sus padres, madres, abuelos o hijos a través de una fría llamada telefónica, sin habeles podido dar un último beso. Lo que en modo alguno puedo imaginarme es lo que sentirán quienes han perdido a alguien al ver las terribles imágenes de las primeras semanas de la pandemia, en las que las televisiones nos mostraban sin pudor aúdes anónimos apilados en algunos tanatorios, saturados, o de los que llevaban hasta las frías morgues improvisadas, que incluso a mí me conmueven, pese a no haber pasado por ese trance.

Por tanto, creo que, cuando dejemos atrás esta pesadilla, todos y cada uno de nosotros deberíamos volcarnos en prestar apoyo a las personas que hayan perdido a alguien, con independencia de la relación que tengamos con ellas. Lo van a necesitar. Como lo necesitaremos todos, pues nuestras vidas no serán lo mismo cuando desaparezca este cruel virus.

Para terminar, quiero dejar aquí una frase del músico Michel Rostain que, con motivo de la muerte de su hijo escribió: “Lo que se recuerda siempre vive, nunca muere”. Quizá con eso deberíamos quedarnos si queremos seguir adelante.