miércoles, 25 de mayo de 2011

LOS PARTIDOS, CON LA LENGUA EN MOVIMIENTO

Tres días después de las elecciones, el PSOE se lame las heridas de la derrota y el PP se relame la victoria. Los dos partidos están entretenidos en una ocupación perruna que no aporta nada positivo para la sociedad por la que deberían trabajar. Apalancados en sus respectivos centros de poder - presente y futuro -, seguramente no entenderán, ni les importa, la desafección creciente de una sociedad cada día más harta de ellos. Seguramente porque, de todos modos, les siguen votando a pesar de su desidia. Toda la culpa no es de ellos pues si quienes tenemos la llave de sus despachos enmoquetados dijéramos basta las cosas cambiarían. ¿Qué pasaría si, en luigar de papeletas con sus siglas, el 70% de los votantes hubiéramos introducido en las urnas papelitos reprobándolos?. Seguro que se lo pensarían. Hay que votar, pero no les debemos regalar nuetro voto a los políticos profesionales de ahora, sino prestárselo: y exigirles que hagan lo que nos llevó a votarles.

Mientras no participemos más, cada día, los profesionales de la política (más integrantes de consejos de administración que dirigentes políticos) seguirán haciendo de su capa un sayo. Y así nos va a todos. A ellos, por cierto, muy bien. Personalmente entiendo que la cosas deberían clarificarse de una vez por todas, en el sentido de que cada uno debería poner las cartas sobre la mesa. El PP, que un día si y otro también nos dice que con ellos se arreglaría la situación, deberían presentar una moción de censura para que se vaya Zapatero. Tengo claro que no lo harán, no porque no cuentan con los apoyos suficientes para ganarla, sino porque tendría que enseñar su programa que, estoy seguro, espantaría a muchos cientos de miles de electores.

En cuanto al PSOE, en lugar de resistirse y llorar la derrota, se debería plantear qué ha hecho mal en estos años, que ha sido mucho. Lo primero de todo, y más importante, renunciar a la ideología y hacer seguidismo acrítico del liberalismo económico rampante. Lo segundo, laminar a cuantas personas tienen ideología, con independencia de que fueran militantes o no. ZP se ha rodeado de una guardia pretoriana que durante este tiempo no ha cuestionado sus propuestas, apartando de la primera línea a gente preparada que ahora sería muy importante para su partido. Un partido que debería romper con la atonía reinante e ilusionar a la sociedad con unas propuestas para la salida de la crisis desde la izquierda o, dicho con más propiedad, que favorezcan a la mayoría, y no a las fuerzas oscuras del "mercado", al que ninguno de nosotro hemos votado, pese a lo cual nos gobierna.

Por supuesto, lo anterior no es más que una reflexión hilvanada desde mi radical e irrenunciable independencia. Porque, sí, soy independiente, pero no neutral.

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