Si es noticia que un dirigente político se someta a las preguntas de los periodistas, tras seis meses de silencio, es que estamos muy mal. Más aún si ese político es el líder del mayor partido de la oposición, con aspiraciones reales de convertirse en el próximo presidente del Gobierno. Y a la postre, para no aclararnos nada sobre los asuntos que nos interesan. Hasta ahora, él y sus acólitos nos decían que solo ellos serían capaces de sacarnos de la actual crisis, sin decirnos cómo; porque no les intersaba pues, de hacerlo, se habrían desenmascarado ellos solitos,
Algunos apologetas (más de lo segundo que de lo primero) se atrevían a hablarnos de ilusión por la futura llegada de estos "muditos", cuando la realidad es bien distinta: La mayiría, más que ilusionados por el cambio, apuestan por dejar caer a quienes están sentados sobre las pirámides del poder político. Algunos, incluso, tenemos más recelos hacia quienes pueden llegar que a los que están o, al menos, nos ofrece tanta desconfianza los que vienen que los que se van.
Y si nos quedaba alguna duda al respecto, basta con escuchar lo poco que nos ha dicho el "mudito" para darnos cuenta que su receta para revertir la situación se basa en los recortes, pues no de otra manera se puede interpretar que sus políticas futuras se basan en la contención del gasto y el déficit, Y encima, sin subir impuestos, cuando no bajándolos a los más ricos, como se ha demostrado con el pacto que han firmado con los nacionalistas catalanes de derechas.
La conclusión: Que los dioses nos pillen confesados. Amén.
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