lunes, 28 de noviembre de 2011

EL MUNDO SIGUE GIRANDO

Las bandadas de gabiotas que planean por los cielos de España no nos dejan verlo, pero el sol ha seguido saliendo cada día; y el mundo girando a su ritmo, como si el 20N no hubiera pasado nada. Así ha sido para quienes no nos dedicamos a la política, que hemos continuado con nuestras rutinas cotidianas. Los políticos, por su parte, han debido cambiar las que han mantenido las semanas anteriores. Vencedores yh vencidos en las elecciones se han liberado del, para ellos, molesto contacto con el pueblo pero, a cambio, deberán gestionar el papel que las urnas les han asignado. Los vencedores absolutos, el PP, estarán ocupados en preparar el asalto a las instituciones. Los perdedores absolutos, el PSOE, en lamerse las heridas y buscar nuevos dirigentes que les permitan en el futuro regresar al gobierno porque "fuera del poder hace mucho frío”.
Se puede decir, por tanto, que la clase dirigente de los partidos vive estos días, con ilusión y desilusión, los resultados electorales. ¿Y cómo los están viviendo los ciudadanos de a pié?. Si lo reducimos al absurdo, se podría decir que también aquí hay dos grupos diferenciados: Uno lo integrarían quienes, desligados de los partidos, se habían creído la propaganda que hablaba del "milagro Rajoy": el otro, los dirigentes de medio pelo del partido ganador. Los más ilusos entre los primeros habrían podido pensar que el mismo día 21 se arreglarían todos sus problemas, sin saber que los milagros son patrimonio exclusivo de las religiones, y que nos esperan tiempos de duros sacrificios para aplacar a los "deoses" del Mercado, con una sensibilidad muy diferente a la de los dioses religiosos. Los segundos, más realistas y con carnet, habrán empezado a llamar a conocidos y conmilitones para preguntar eso tan español de “qué hay de o mío”, seguros de que encontrarán algún acomodo.
Hay un tercer grupo en el que encuadraría a quienes no ostentamos ningún cargo ni aspiramos a conseguirlo, huérfanos de carnet al que aferrarnos. Se podría decir que somos unos privilegiados puees, cuando pasan las elecciones, podemos seguir con nuestras vidas igual que antes: trabajando, en el paro; o jubilados. Al menos de momento porque cuando, pasadas unas semanas, la derecha triunfante se aposente en el Gobierno, nuestras vidas se verán influidas por los sacrificios que nos impondrán con la promesa de sacar adelante al país, como si nosotros no formáramos parte de él. Pero esa es otra historia, que se ha empezado a escribir ya, pero que todavía solo intuimos hacia donde nos llevará. O hacia donde dejaremos que nos lleve.
Porque, al margen de que no les guste a buena parte de los políticos profesionales, la democracia es mucho más que votar cada cuatro años. La democracia es participación o, de lo contrario, no es nada. Ya hemos votado pero, a partir de este momento deberíamos exigir que se nos siga escuchando más allá de la papeleta o, dicho de otro modo, que se nos consulten las decisiones que nos afectan más allá de un día concreto. Algo que, por cierto, no han hecho los que se van ni, me temo, harán los que vienen.

lunes, 14 de noviembre de 2011

LA INDEFINICION AL PODER


Cada partido político nos ofrece estos días el advenimiento del paraíso terrenal
siempre, claro, que triunfen sus siglas. En caso contrario, nuestras vidas
estarán avocadas al desastre. El problema para nosotros, los votantes, es que
no sabemos a qué atenernos ante tantos mensajes; contradictorios en muchos
casos, e inconcretos en todos ellos. De los dos mayoritarios, PP y PSOE, me llama
la atención que uno nos prometa mantener los mismos servicios con menos
ingresos, como si se pudiera sorber y soplar al mismo tiempo, mientras el otro
nos dice que va a hacer cosas en el futuro que no ha hecho en el pasado reciente; porque no ha
querido o no ha podido. Hay otros, como IU, que se conforman con crecer en
representación o, caso de UPyD, que simplemente abominan de los partidos, como
si ellos formaran parte de una rondalla.
Personalmente estoy en un sin vivir ante tal
cúmulo de propuestas vacuas, incapaz de discernir cual de las opciones será la
mejor para el futuro inmediato de mi
país; y el mío personal. Ninguna de ellas me convence del todo, pero tengo
claro cual me gusta menos pues, a pesar de que cada vez más gente dice que
todos los políticos son iguales, no estoy de acuerdo con tal afirmación. Y no
lo estoy porque, dependiendo de quién gane, las duras medidas que nos esperan
se cargarán mayoritariamente sobre una parte de la población en beneficio de la
otra o, por el contrario, esa carga se repartirá un poco más. Eso sí, con
ninguna de las opciones con posibilidades de alzarse con el triunfo estoy
tranquilo del todo, consciente de que la fiesta que, en el pasado reciente, se
corrieron bancos y especuladores la acabaremos pagando nosotros.
Dudas y
temores al margen, tengo la sensación de que estas elecciones son como una
partida con las cartas boca arriba, en el sentido de que antes de apostar todos
sabemos el ganador. Y claro, quienes se sienten perdedores nos ofrecen medidas
que no logro entender cómo no las han puesto en marcha cuando aún podían,
mientras los que se ven ganadores antes de la partida se callan sus
intenciones, presentándose como los salvadores de la patria. “La luz al final
del túnel”, ha dicho Rajoy de él mismo sin ningún rubor. O el único que genera
confianza, como nos dijo en el debate.
Con la
mejor baza en la mano, el descontento con los actuales gobernantes, al líder
del PP se le ha escapado algo tan lógico como que “los gobiernos no crean
empleo”, sino que crean las condiciones. Al no especificar esas condiciones,
nos está diciendo que solo con él como presidente los empresarios harán crecer
la economía y crearán puestos de trabajo. Si tenemos en cuenta las reformas que
ha hecho el actual ejecutivo, cabría pensar que el empresariado español quiere
que gobierne el PP y solo el PP. Personalmente no creo que todos los
empresarios piensen así, pero sí los dirigentes de sus organizaciones que, como
los políticos, se han profesionalizado hasta el punto de no escuchar, a sus
afiliados los primeros, y al pueblo los segundos.
Todo en
nuestro país está tan claro como confuso en estos tiempos. Incluso después del
remedo de debate que los líderes de los partidos mayoritarios mantuvieron en
televisión, en el que no nos han aclarado mucho sobre sus intenciones.

jueves, 10 de noviembre de 2011

LOS BARROS Y LOS LODOS

En paralelo a la campaña, anodina como pocas, la actualidad del día a día nos ofrece algunos retazos de lo que ha sido nuestra vida política estos últimos años; tanto a escala mundial como doméstica española. En todos los casos con el mismo sello: Unas administraciones y organismos con una gestión marcada por la dejación de sus funciones. En todos los casos, políticos profesionales, que se han dejado embaucar por los poderes económicos, cuando no han sido cómplices de éllos. Y no siempre gratis, dicho sea de paso. En un momento dado, el entonces emperador, Buch, y sus mariachis, decidieron que como la vida son tres días, había que aprovecharse y llenar los bolsillos de esos seres oscuros a los que servían con sus políticas. La dura consecuencia es la actual crisis económica que nos axfisia a todos. Menos a éllos.
Cada día nos hablan de la crisis griega, y nos anuncian que Italia puede ir detrás, con España a la cola para seguir los mismos pasos. Para salir de la situación, a esos tres países, y al resto, los causantes de la catástrofe les proponen sacrificios sin medida pero a ninguno de los poderes mundiales se les ha ocurrido todavía pedir explicaciones a quienes no quisieron ver lo que se nos venía encima como consecuencia de las políticas que se estaban aplicando. Mucho menos, hacerles pagar sus desmanes. Y encima, los cómplices del desastre se nos presentan ahora como los salvadores, con las mismas recetas que aplicaron en su momento.
Y eso en el plano global. En el más cercano cada día conocemos el aprovechamiento que algunos hicieron de su posición y, lo más grave, la falta de control que hubo durante los tiempos de bonanza. Una bonanza que, por cierto, solo aprovecharon quienes tenían contacto con el poder, fuera local, regional o nacional. Los manejos están saliendo a la palestra, pero los culpables ni se arrepienten ni devuelven el dinero que robaron. En el mundo, y en España, los especuladores de altura y los aprovechados locales llenaron sus zurrones sin miramientos.
Lo que nos falta por oír, y no me extrañaría que nos lo dijeran, es que alguien se saque de la manga que a algunos se les persigue por sus lazos familiares, cuando está muy claro que realmente se aprovecharon de esos lazos. Apoyados por indeseables con cargos de elección popular. En muchos casos, compañeros de los que ahora se presentan como salvapatrias.

viernes, 4 de noviembre de 2011

CON SU PAN SE LO COMAN

Hemos entrado de lleno en la campaña para las elecciones del 20-N que, a buen seguro, será más aburrida que nunca. Seguramente, porque el resultado final está cantado y cada vez hay menos gente que crea en las promesas de los candidatos. Es decir, que al no existir emoción en cuanto al resultado, la gente deja de interesarse, algo que sobre todo le interesa al PP. Estoy seguro de que a nadie se le ocurriría ir al cine a ver una pelìcula de misterio cuyo desenlace hubiera visto previamente.
Entre quienes no están interesados en la farse en que han devenido las elecciones me encuentro yo, que me debato entre la abstención activa y el voto nulo, consciente o inconscientemente, para devolverles el trato que los políticos nos dan a los ciudadanos. Es decir, que como ellos no nos hacen caso a nosotros, al menos yo estoy dispuesto a devolverles la moneda. Soy consciente de que no servirá de mucho, habida cuenta que los incondicionales del PP, muchos, y los del PSOE, menos, acudirán a votar a sus candidatos como si de una profesión de fé se tratara, con independencia de lo que prometan o sepamos que van a hacer. Allá ellos.
Pero una cosa es que no tega decidido el sentido de mi voto (o no voto) y otra que no me interese lo que sucede; que me interesa. Y hasta me cabree escuchar cosas que me parecen absurdas. Una de las que más, que el "silencioso" Rajoy nos diga que va a seguir en silencio ante los periodistas durante toda la campaña y que se defina como "la luz al final del túnel", cuestión esta última que, además, me cabrea, porque siento que me está llamando "jilipollas", a mí y a todos los españoles, sabiendo que ni él se cree sus propias palabras.
Seguramente será la luz al final del túnel para los empresarios y aprovechados que en este pais están deseando que llegue al gobierno para hacer caja; para beneficiarse de lo que nos va a quitar al resto. Como prueba de lo que digo se puede mirar a Portugal, donde la derecha se presentó como el ungüento amarillo de los males del país y lo que ha hecho es cargar todos los sacrificios sobre trabajadores y jubilados. Como van a hacer aquí. De eso no tengo ninguna duda. Y lo harán con total convencimiento. Con su pan se lo coman, aunque parte de ese pan lo pondré yo. Los chorizos los pondrán ellos.