jueves, 21 de mayo de 2020


Después de mucho tiempo, he decidido retomar un antiguo blog abandonado hace mucho tiempo. 

MORIR SOLOS



Hace muchos años, Orson Welles escribió: “Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Únicamente a través del amor y la amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no estamos solos”. Debo reconocer que nunca antes me había parado a pensar en el significado profundo de esta frase tan contundente. Mucho menos en que sería aplicable al momento actual.

Que lo haya hecho ahora tiene que ver, seguramente, con la situación extraordinaria que estamos viviendo, aunque algunos no quieran verlo. También, y sobre todo, con las duras imágenes que hemos visto en Medios, que nos han puesto a todos ante el espejo de nuestras vidas; dependientes de otros en momentos tan importantes como el nacimiento o la muerte. Del primero no tenemos memoria, como no la tendremos del segundo o, al menos, no podremos compartirlo con nadie. Por tanto, en ambos casos estuvimos y estaremos solos, aún rodeados de gente que nos cuida y nos quiere.

Lo perverso de la situación actual es que muchas personas ni siquiera han podido crearse la “ilusión momentánea” de que no estaban solos en la última etapa de sus vidas que, irremediablemente, les ha llevado a la muerte. Porque en las horas previas al final, muchos de los fallecidos han estado solos, pese a la compañía de los sanitarios que los atendían. Me consta, por algún caso conocido, que incluso se han sentido abandonados por sus familiares, que no han podido despedirse de ellos.

Pienso en todas esas personas que no han podido sentir el calor de las manos de sus seres queridos antes de irse. También en el dolor de los familiares, que no sé si podrán superar el trauma de conocer el fallecimiento de sus padres, madres, abuelos o hijos a través de una fría llamada telefónica, sin habeles podido dar un último beso. Lo que en modo alguno puedo imaginarme es lo que sentirán quienes han perdido a alguien al ver las terribles imágenes de las primeras semanas de la pandemia, en las que las televisiones nos mostraban sin pudor aúdes anónimos apilados en algunos tanatorios, saturados, o de los que llevaban hasta las frías morgues improvisadas, que incluso a mí me conmueven, pese a no haber pasado por ese trance.

Por tanto, creo que, cuando dejemos atrás esta pesadilla, todos y cada uno de nosotros deberíamos volcarnos en prestar apoyo a las personas que hayan perdido a alguien, con independencia de la relación que tengamos con ellas. Lo van a necesitar. Como lo necesitaremos todos, pues nuestras vidas no serán lo mismo cuando desaparezca este cruel virus.

Para terminar, quiero dejar aquí una frase del músico Michel Rostain que, con motivo de la muerte de su hijo escribió: “Lo que se recuerda siempre vive, nunca muere”. Quizá con eso deberíamos quedarnos si queremos seguir adelante.


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