lunes, 9 de enero de 2012

MARIANO "MANOSTIJERAS"

Carolina Coronado estuvo veinte años hablando con su marido muerto, al que llamaba “el Silencioso”. Es posible que, si viviera, la poeta extremeña aplicaría el mismo nombre a Mariano Rajoy, a pesar de que está vivo; o es un vivo, que parece más probable. Solo cabe esperar que el presidente del Gobierno no se tome tanto tiempo para explicarnos las decisiones que ha tomado. Incluso, que realmente siga vivo, circunstancia ésta que solo nos consta por la televisión, un electrodoméstico maligno nada fiable. Al señor Perry, marido de Carolina, se le podía perdonar su silencio, por estar muerto. A Rajoy no. Por su responsabilidad actual, y porque durante la campaña electoral convenció a muchos de que su sola presencia en la presidencia del Gobierno acabaría con todos los males de España, sin subirnos los impuestos ni recortar nuestros derechos. Tantas veces repitió ambas cosas que ahora debería explicarnos las razones que le han llevado a tomar decisiones contrarias a las prometidas con tanto énfasis. Para más inri, quienes hablan en su nombre nos dicen que han tomado tan duras medidas por nuestro bien, como si los españolitos fuéramos unos masoquistas pervertidos a los que nos gusta pagar más impuestos y tener menos derechos.Puede que sea eso, pero más parece que Rajoy se haya transmutado en Mariano“Manostijeras”: Para las clases medias y los trabajadores, porque los empresarios y la Iglesia Católica no van a sufrir el impacto de los afilados dedos del hasta ahora “Silencioso”.
Lo bueno, para él, es que sus palmeros se encargan cada día de justificar las medidas tomadas por la herencia recibida; o por presiones externas que no aclaran.Personalmente no estoy decepcionado, convencido como estaba de que este Gobierno nos obligaría a pagar las facturas de los años de la burbuja inmobiliaria y los excesos, con gobiernos del PP y del PSOE. Si me extraña, si todavía nos puede extrañar algo, la actitud de algunos líderes de partidos que están en la oposición. No puedo entender, por ejemplo, que Rubalcaba le eche en cara al PP que no aplique su programa, cuando durante la campaña lo criticó, con razón. Menos aún puedo entender que el coordinador de IU en Extremadura recomiende a sus compañeros de Andalucía que no tengan “ningún tipo de complejo de coincidir en algunas cosas con el PSOE o de poder coincidir con el PP”. Seguramente sea porque las neuronas que mi cerebro pudo rescatar hace algunos años se están haciendo viejas; o puede también que estemos viviendo en un mundo de locos en el que nadie es lo que dice ser. De otro modo, resultaría chocante que Rubalcaba, que es listo, no supiera que el programa del PP era el que está aplicando y no el que predicaban en las televisiones y los mítines. De igual modo, el señor Escobar, que también debe ser listo, tendría que saber que una coalición de izquierdas como IU no debería coincidir en nada con quienes aplican políticas ultra liberales, y sí en algunos aspectos con el PSOE. A lo peor, el loco soy yo, que no entiendo los silencios del presidente y me niego a aceptar que la política es cosa de otro mundo. Puede ser.

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